29.11.15

Ciudad y Buen Vivir: ecología política urbana y alternativas para el bien común



Delgado Ramos, Gian Carlo.
Revista Theomai. No. 32. Argentina, 2015.
ISSN: 1515-6443. pp. 36 - 56.


Introducción

Hoy día 52% de la población mundial es urbana. Proyecciones para el 2050 indican que ésa podría ubicarse entre el 64% y 69% de la población total mundial (Naciones Unidas, 2011), momento en el que la extensión de la capa urbana se duplicaría o hasta triplicaría, dependiendo de las dinámicas poblacionales y económicas (Angel et al, 2011; IPCC, 2014). En tal escenario, la urbanización será más intensa en regiones que aún no han experimentado tasas importantes de urbanización y que al mismo tiempo prometen al menos un relativo crecimiento económico futuro (Naciones Unidas, 2011). Esto es, en Asía países como China e India esencialmente, pero también ciertas regiones de África que se colocan en esta dinámica pues al día de hoy tales continentes registran, en promedio, sólo un 45% y 40% de población total urbanizada respectivamente (Ibid).
No es menor precisar que tal proceso de urbanización ha sido histórica y geográficamente desigual pues el grueso de asentamientos irregulares, que suman el 32% de la población mundial urbana, están en los países pobres (Davis, 2006). En promedio el 43% de la población urbana de los países en desarrollo vive en dichos espacios, pero casos como el Chad, Etiopia o Afganistán, rondan el 98% – 99.4%; en contraste, en los países ricos, los barrios pobres cubren en promedio tan sólo el 6% de sus espacios urbanos (Ibid).2
En este panorama, es notorio que América Latina (AL) sea la única región del mundo “en desarrollo” con índices que promedian 78% de población urbana (UN-HABITAT, 2009). El porcentaje de población que viven en zonas de alta marginación es del 27% en promedio (Ibid), aunque es variable pues se estima en el orden del 19.6% en México; en 36.6% en Brasil; 33.1% en Argentina; 68% en Perú, por dar algunos ejemplos (Davis, 2006).
Dado el tipo de economía que caracteriza a la región, dígase primario-exportadora y en el mejor de los casos maquiladora, pero también a la inestabilidad de la misma y a los altos índices de inequidad (Delgado, 2011), el resultado de tal dinamismo urbano es que las ciudades latinoamericanas figuran como íconos representativos de inmensos y típicos (des)ordenamientos territoriales y con patrones de expansión han sido acelerados y, aunque los ritmos de urbanización de la región han decaído en los últimos años (la tasa de crecimiento anual promedio ronda el 1.8%), se espera sin embargo que ésa siga creciendo hasta alcanzar el 87% de población urbana para 2050. Además son ciudades excluyentes que representan un espacio de oportunidades sólo para algunos de sus habitantes.
Tomando nota de este escenario, a continuación se presenta una aproximación a los perfiles de consumo de materiales y energía de los asentamientos urbanos, metodología también conocida como metabolismo urbano; el caso se aterriza para algunas ciudades de América Latina. Posteriormente se analizan los conflictos de acceso, gestión y usufructo de los recursos, incluyendo la tierra, las asimetrías presentes y los intereses creados que están detrás de la conformación de las funciones del propio territorio urbano, su lógica y finalidad, dígase en beneficio de qué y de quién. El caso de la generación y gestión de los residuos en la Ciudad de México es expuesto para propósitos explicativos.
Finalmente se aborda la necesidad del planteo de nuevos paradigmas urbanos, no sólo de aquellos típicamente reconocidos en el ámbito de especialistas diversos, sino también de otros que abogan por un genuino buen vivir urbano y en general por el bien común de la humanidad (Daiber y Houtart, eds., 2012). En este último punto se sostiene que el metabolismo urbano, como potente herramienta analítica del ámbito biofísico, acompañado en todo momento de una visión crítica de lo socioeconómico, ambiental y político, como la que caracteriza a la ecología política (urbana), puede contribuir al proceso de construcción de alternativas y de rutas de transición. Se trata de un punto que, en efecto, obliga la discusión sobre el significado de lo alternativo, esto es, preguntarse, alternativo a qué.





ARCHIVO HISTÓRICO