por Gian Carlo Delgado Ramos
Tareas. No. 135
Panamá, mayo - septiembre de 2010.
ISSN: 0494-7061. pp. 15-37.
Para leer artículo completo, véase sitio electrónico del CELA
1. Introducción
El carácter estratégico de los recursos radica sobre todo en el hecho de que las reservas existentes, su localización, cantidad y/o calidad, están cambiando; producto ciertamente de crecientes patrones de consumo y contaminación, a lo que se suma, efectos del cambio climático y sus sinergias. No obstante, un recurso natural estratégico se asume como aquel que es clave en el funcionamiento del sistema capitalista de producción y/o para el mantenimiento de la hegemonía regional y mundial. Éste puede además ser escaso o relativamente escaso, sea debido a las limitadas reservas existentes o como producto de relaciones de poder establecidas que limitan en ciertos contextos socio-históricos el acceso, gestión y usufructo del mismo. Aún más, un recurso natural estratégico puede o no tener sustituto, una cuestión que depende de la factibilidad y viabilidad material y técnica de ser reemplazado (vía otro recurso, vía el avance científico-tecnológico), pero también de las características intrínsecas del propio recurso para el mantenimiento de estructuras de poder y de control propias al sistema capitalista de producción. Por ejemplo, un recurso energético debe ser muy eficiente (elevada condensación químico-física) al tiempo que se pueda monopolizar y por tanto de manipular, transportar y almacenar con facilidad: el petróleo es idóneo en dicho sentido.
Ahora bien, un recurso natural crítico, es aquel que es estratégico pero que además, por sus propias características tiene un bajo o nulo grado de sustitución y no sólo, debido al tipo de aplicaciones, éste permite contribuir con el mantenimiento de la hegemonía desde el ámbito militar (dígase por ejemplo, el uranio u otros minerales como el indio, manganeso, niobio, el grupo de metales de platino [platino, paladio, rodio, iridio, osmio y rutenio] o las tierras raras).
Otros recursos naturales pueden ser muy importantes para la realización, desarrollo e incluso expansión material de las naciones, por ejemplo dados los elevados patrones de su consumo, sin embargo, pueden no ser estratégicos ni críticos. En ese sentido, entre los materiales esenciales, se puede mencionar el hierro, el aluminio o los materiales de construcción (concreto), entre otros.
Por lo antes indicado, resulta evidente que las zonas con reservas importantes de recursos energéticos (petróleo, gas, carbón), mineros, hídricos o de biodiversidad, se perfilan cada vez más como estratégicas y conflictivas, tanto desde la perspectiva de la denominada geopolítica de los recursos o de la securitización de éstos, como desde nociones de análisis que prefieren dar cuenta de los conflictos distributivos existentes y sus usualmente asociados procesos de desposesión, despojo e incluso violencia.
Desde luego, el sector agroalimentario es también “esencial”, siendo sin embargo la producción de granos básicos una cuestión estratégica. Las implicaciones de no tener garantizada la seguridad alimentaria sobre la base de una soberanía alimentaria es una cuestión de seguridad nacional puesto que pone en entre dicho la paz social. Esto ha sido bien articulado, ya en 1970, por Henry Kissinger quien tenía claro que si se controla el petróleo se controla a las naciones, pero, si se controlan los alimentos, se controla a la gente. El desgarramiento social y el potencial de explosividad social que acarrea consigo la escasez de alimentos generada por políticas democidas, no sólo es pues un asunto clave para el desarrollo, sino también para la paz interna de las naciones y, ciertamente, para la paz internacional. En este tenor, considérese que un incremento del 1% en el precio de los alimentos genera una caída de alrededor del 0.5% en el consumo de calorías en el grueso de la población.
Considerando lo antes dicho, es pues importante reflexionar en cómo se conciben las nociones de “seguridad nacional” y “seguridad internacional”, pero aún más, de “soberanía nacional” y “soberanía de los pueblos”. Se trata de un ejercicio clave para uno u otro tipo de comprensión, más o menos refinado, sobre el rol que juegan los recursos naturales estratégicos a principios del siglo XXI.
Secciones siguientes:
2. De lageopolítica y la securitización de los recursos estratégicos.
3. Geopolítica del despojo y el saqueo: el petróleo desde la mirada estadounidense.
4. "Securitizando" los minerales: el caso de la dependencia estadounidense.
5. Agua y seguridad nacional continental.
6. Reflexión final. Hacia una nueva noción de la seguridad.
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Investigador titular C adscrito al Instituto de Geografía de la Universidad Nacional Autónoma de México. Integrante del Sistema Nacional de Investigadores de México (nivel III, CONAHCYT); miembro regular de la Academia Mexicana de Ciencias; rapporteur del Multidisciplinary Expert Scientific Advisory Group del GEO-7 (PNUMA); integrante del Comité del PRONACES Sistemas Socioecológicos y Sustentabilidad del CONAHCYT y parte del Consejo Ejecutivo de la Red Mexicana de Científicos por el Clima.