Investigador titular C adscrito al Instituto de Geografía de la Universidad Nacional Autónoma de México. Integrante del Sistema Nacional de Investigadores de México (nivel III, CONAHCYT); miembro regular de la Academia Mexicana de Ciencias; rapporteur del Multidisciplinary Expert Scientific Advisory Group del GEO-7 (PNUMA); integrante del Comité del PRONACES Sistemas Socioecológicos y Sustentabilidad del CONAHCYT y parte del Consejo Ejecutivo de la Red Mexicana de Científicos por el Clima.
7.12.09
Controlando los átomos
Un investigador mexicano pone en La Habana la mirada sobre las implicaciones sociales, éticas, legales y ambientales de una tecnología vital para el desarrollo de la humanidad
Por BÁRBARA AVENDAÑO
BOHEMIA. Revista de Análisis General.
La Habana, Cuba.
7 de diciembre de 2009
Takami Comercial, una empresa japonesa de cosméticos, enamora a sus clientes con la idea de recuperar la belleza de manera natural sin tener que traspasar el umbral de un quirófano. El milagro lo ofrece la loción CS Inia, una mezcla a nivel nanométrico de colágeno hidrosoluble con escualenoxz concentrado, obtenida del aceite de hígado de tiburón, que ayuda a suavizar las líneas de expresión y estimular la formación de piel nueva.
La promesa viene también de otros fabricantes de cosméticos, quienes usan en sus productos compuestos con nanopartículas que, por su mínimo tamaño, pueden ser más efectivas para borrar las huellas del tiempo. Sin embargo, aún no existen estudios suficientes sobre la seguridad de utilizar los nanoingredientes (se sabe que atraviesan la piel y desaparecen, pero no dónde terminan), ni legislación específica para controlar su empleo.
En la actualidad cientos de productos emplean la nanotecnología: protectores solares, cosméticos, aditivos alimentarios, plaguicidas, textiles, barnices, recubrimientos y membranas aplicadas a artículos del hogar, chips, sensores y dispositivos para diagnóstico.
A esa escala se trabaja con objetos del tamaño de un nanómetro (nm): una mil millonésima parte de un metro o, en el ejemplo más usado, el grosor de un cabello dividido cien mil veces. Por sus aplicaciones tecnológicas, interés fundamental han despertado los nanotubos, estructuras tubulares cuyo diámetro es del orden del nanómetro, en especial los de carbono, que tienen una resistencia mecánica cien veces mayor a la del acero.
La revolución protagonizada ahora por esta ciencia, capaz de manipular individualmente a los átomos, es similar a la representada en su momento por otros materiales. Los expertos avizoran que su impacto científico y social irá en aumento en los años próximos, junto a la informática y la biotecnología.
Sortear los riesgos
Para Gian Carlo Delgado Ramos urge seguir las implicaciones sociales de la Nanociencia y Nanotecnología en América Latina, con énfasis en los retos y amenazas que representan.
De las preocupaciones acerca de la toxicidad de los nanomateriales y cómo con su empleo cambian las relaciones sociales y los escenarios de guerra y de trabajo en el mundo, trató una de las investigaciones expuestas recientemente en La Habana por el doctor en Ciencias Gian Carlo Delgado Ramos, del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam).
Gian Carlo defiende la urgencia de financiar esos estudios para definir en qué grado son o no dañinas esas sustancias, así como su ciclo de vida. “Los nanomateriales ya sea encapsulados, colocados en forma de nanotubos en el concreto, o en las bolas de golf, y las nanopartículas de cobre situadas en las llantas de los coches alcanzan un punto en el que son desechables y llegan al medioambiente. ¿Qué pasará entonces, incluso si se queman?”, especifica.
La disertación del experto tuvo lugar durante la Conferencia Internacional La Ciencia de Materiales en la Era Nano, realizada con el auspicio principal de la Universidad de La Habana, en homenaje al aniversario 25 de su Instituto de Ciencia y Tecnología de los Materiales (IMRE). Un esfuerzo más de Cuba por insertarse en esta tecnología que ya transforma al mundo.
El joven economista comenta que actualmente en Estados Unidos y Europa no se obliga a las empresas de cosméticos y fragancias a hacer estudios que avalen la seguridad de este tipo de productos, y los Gobiernos se limitan a indagar después que se está usando, cuando hay indicios de que alguno tiene problemas.
Estas industrias defendieron en el evento Euro-Nano-Fórum 2007 que sea libre la decisión de etiquetar o no sus productos. “Por ejemplo, la empresa que fabrica los cepillos de dientes Oral-B promueve uno bactericida en México, pero no dice que esa propiedad se debe a que tiene partículas de plata. Sin embargo, en Brasil, donde hay un poco más de cultura en el campo de la nanotecnología sí se ofrece esa información”, apunta.
“Igualmente, hay que definir el grado de exposición tóxica y su umbral de tolerancia para los trabajadores que fabrican los artículos.”
No solo asunto de tamaño
El debate a nivel internacional sobre la existencia de la nanotecnología nació muy radicalizado por ciertos sectores. Hay algunos que prohíben la investigación en este campo, y otros que abogan por una moratoria, o por ninguna regulación.
Acerca de las implicaciones sociales, éticas, legales y ambientales de la nanotecnología, el visitante explicó que en México el gran analfabetismo tecnológico se suma al analfabetismo general y hace muy complicado informar a la gente.
Cuado llegó a su país a finales de 2006, después de concluir el doctorado en España, el joven científico notó que no había eventos interdisciplinarios que vincularan las ciencias naturales y exactas con las sociales. Así surgió NanoMex, cuyas ediciones de 2008 y 2009 han interconectado a la comunidad de nanotecnólogos y nanocientíficos y promovido la integración de ingenieros, representantes de entidades de cooperación internacional y del Gobierno, para identificar cómo regular el tema.
“Empezamos a publicar cada seis meses una revista impresa y digital nombrada Mundo Nano y filmamos un documental titulado La frontera de lo pequeño, que refleja lo hecho en este campo en la UNAM. Los más de 70 investigadores entrevistados valoraron también el significado de las ciencias sociales para su labor.
“Todos coincidieron en que eran importantes, pero la mayoría creía que utilizarlas les correspondía únicamente a los científicos sociales. Y ahí radica el problema, porque muchos de estos mantienen cierta lejanía del resto de la ciencia y la tecnología por tratar temas y hablar lenguajes demasiado complejos”, dice.
Con su investigación, Gian Carlo corroboró que al igual que en ciencia y tecnología en general, en nanotecnología Estados Unidos, la Unión Europea y Japón controlan el peso de la innovación y las patentes.
En América Latina la nanotecnología choca, entre otros males, con la falta de un sector empresarial nacional interesado en llevar las innovaciones a la vida cotidiana. El especialista propone alternativas enfocadas hacia líneas de estudio útiles a las necesidades nacionales, que haya políticas que posibiliten la sinergia entre el Estado, las empresas y universidades, y una colaboración Sur-Sur.
“Lo más constructivo, desde mi punto de vista, es que prevalezca un discurso en el que se reconozca que habrá beneficios pero también complejidades. Combinar estas posiciones posibilitará tener un desarrollo responsable de la ciencia y la tecnología a partir de un diálogo abierto entre los distintos actores.”
Sería como encontrar la nanoesencia del asunto: cómo socializar los provechos y, a la par, distribuir y minimizar los peligros.
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