Investigador titular C adscrito al Instituto de Geografía de la Universidad Nacional Autónoma de México. Integrante del Sistema Nacional de Investigadores de México (nivel III, CONAHCYT); miembro regular de la Academia Mexicana de Ciencias; rapporteur del Multidisciplinary Expert Scientific Advisory Group del GEO-7 (PNUMA); integrante del Comité del PRONACES Sistemas Socioecológicos y Sustentabilidad del CONAHCYT y parte del Consejo Ejecutivo de la Red Mexicana de Científicos por el Clima.
24.2.09
Crecerá demanda de agua en México 25% para el año 2030: investigador
Notimex. Publicado: 24/02/2009
La Jornada
El Universal
México, DF. La población mexicana alcanzará en 2030 125 millones de habitantes y la necesidad de agua será superior en 25 por ciento a la actual, alertó Gian Carlo Delgado, del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades.
Abundó que, ante la escasez, la construcción de represas permite la distribución del líquido pero también desencadena problemas ecológicos y sociales importantes.
Según un comunicado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en el país el inconveniente es que este recurso está distribuido de manera desigual, pues 70 por ciento se concentra en los estados del sureste y 30 por ciento en las entidades restantes.
Por ello, dijo, "más de dos terceras partes del país son áridas, semiáridas o cuentan con un nivel bajo de disponibilidad hídrica".
Expuso que los grandes diques fueron diseñados como una infraestructura estratégica para proveer de fluido constante a poblados que lo necesitan, pero la polémica tiene que ver con quién decide a dónde van los torrentes, el costo y el uso que tendrán.
Además, otros problemas asociados con este tipo de construcciones es que no siempre son proyectos económicamente viables y algunos resultan insostenibles, sea porque presentan niveles de evaporación exagerados o porque interrumpen el cauce de los ríos.
También hay que considerar que su vida es corta, pues varía entre 25 y 50 años (según sus dimensiones); en ocasiones cubren tierras con ruinas prehispánicas y generan gases de efecto invernadero cuando la biomasa bajo su superficie comienza a descomponerse y arroja bióxido de carbono y metano.
Estos almacenes hídricos, abundó el especialista, afectan al ecosistema al emplazar infraestructura como carreteras y tendido eléctrico, amenazar a la flora y fauna y favorecer la aparición de vectores infecciosos.
Delgado Ramos afirmó que además tienen impacto en el plano social, pues desplazan a comunidades enteras de sus lugares de origen.
Comentó que, por sí mismas, las represas no son perjudiciales, pero advirtió que su capacidad de alterar el entorno depende de su tamaño y localización. "Si son pequeñas resultan útiles; el problema está en las que no lo son, pues generan severos inconvenientes como el desalojo de poblaciones y daño a la biodiversidad".
Existen 45 mil instalaciones de gran proporción en el mundo: en Latinoamérica hay mil 553 (537 están en México, 37 en Centroamérica y 979 en Sudamérica, según la Comisión Mundial de Represas). "El país tiene la tercera parte de las presas más grandes de América Latina", agregó.