Gian Carlo Delgado Ramos
Encuentro Internacional sobre la Propiedad Intelectual desde la Perspectiva del ALBA.
Servicio Autónomo de la Propiedad Intelectual.
Gobierno de Venezuela. Caracas, 4 de noviembre de 2006.
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Prólogo
A finales del siglo XIX fueron observables tres mitos ideológicos del desarrollo científico-tecnológico que, con sus particularidades, siguen siendo estimulados hoy en día: 1) que el aumento de grandes corporaciones empresariales es un proceso inevitable; 2) que la nueva “economía corporativa” proveía oportunidades para el ejercicio de la experiencia y habilidad intelectual que fue atractiva para una emergente clase media de profesionales educados; y 3) que el crecimiento evolutivo de las corporaciones y la aparición de expertos a cargo de este sistema se vería reflejado en el beneficio del público general, los ‘consumidores’.
Fue un periodo en el que era patente una intensificación en las relaciones entre los laboratorios de las grandes corporaciones y las más destacadas escuelas técnicas como el Massachusetts Institute of Technology (MIT), el California Institute of Technology (CalTech) o Harvard. Los datos del mencionado proceso de corporativización de la CyT en EUA son contundentes, de cuatro laboratorios de investigación industriales (privados) en 1890, se pasó a mil en el año de 1930.
Sin embargo, de frente a la crisis de fines de la década de 1920, la vitalidad de tal prosperidad que acarreaba consigo el avance científico-tecnológico se vio frenada. A pesar de que se siguió promoviendo la idea de que la depresión podía sobrellevarse a través de un continuo y creciente financiamiento de la investigación básica en las universidades y el sector empresarial, el papel de éste último como financiador no era suficiente.
La opción entonces fue el financiamiento federal, un escenario en el que, conocidos personajes en la historiografía estadounidense como Vannevar Bush, James Conant y Ernest Lawrence, entre otros, aprovecharon la coyuntura de la crisis para construir su propia idea de una alianza entre la profesión y el Estado que, según ellos, debía evitar las difíciles cuestiones económicas y políticas de la década y enfatizar en cambio la utilidad de la CyT militar.
La crisis que comenzara en 1929 y poco después, la guerra, fueron por tanto elementos claves para consolidar, entorno al Proyecto Manhatan, una alianza institucional que incluía la elite de empresarios, de profesionales, militares y políticos con el supuesto objeto de resolver todos los problemas relacionados a la seguridad nacional, el progreso económico y la estabilidad social. Todo en un panorama en el que, según McGrath, la gente que creó la “ciencia corporativa” y la “ciencia de Estado”,
…pretendió alcanzar un compromiso ideológico entre los valores de los de su profesión, los valores de las instituciones gobernantes estadounidenses y, los valores políticos y culturales del público tal y como ellos los entendían. […Si bien] las elites científicas fueron las que crearon el sistema de relaciones entre la ciencia, el Estado, las universidades y el sector corporativo. Ellos ciertamente no controlaban ese sistema, pero sí crearon las ideas que fungieron como ligamentos para mantener juntas a las partes.
En 1956, el sociólogo Charles W. Mills ya describía detalladamente tal sistema asociativo tripartita de la elite norteamericana. El autor escribía:
...el máximo poder nacional reside ahora en los dominios económico, político y militar. Las demás instituciones parecen estar al margen de la historia moderna y, en ocasiones, debidamente subordinadas...Dentro de cada uno de los tres, la unidad institucional se ha ampliado, se ha hecho administrativa y, en cuanto al poder de sus decisiones, se ha centralizado...En cada una de esas zonas institucionales, han aumentado enormemente los medios de poder a disposición de los individuos que toman las decisiones; sus poderes ejecutivos centrales han sido reforzados...En el pináculo de cada uno de los tres dominios ampliados y centralizados se han formado esos círculos superiores que constituyen las elites económica, política y militar -los señores de la guerra, los altos jefes de las empresas, y el directorio político.
La tendencia estadounidense es igualmente aplicable para el caso británico. Según Rose y Rose, en la guerra de 1914-1918,
….por primera vez las debilidades tecnológicas del imperio británico fueron expuestas de manera dramática al punto que fue necesario que el gobierno interviniese directamente en la administración de la ciencia, que se estableciera el departamento de investigación científica e industrial y que surgieran las primeras asociaciones de empresa privada/estatal de investigación cooperativa.
Pero, después de la Segunda Guerra Mundial, a diferencia de EUA, particularmente Europa continental estaba devastada, sus centros de investigación desmantelados o destruidos y, muchos de sus científicos habían emigrado. Reino Unido tampoco estaba en condiciones similares de competir frente a un EUA que se consolidaba como hegemón. El camino de Europa fue, en cambio, la implementación progresiva de un modelo en esencia muy similar al estadounidense pero con importantes diferencias puesto que se adoptó la estrategia de establecer laboratorios federales y un servicio científico civil y se dejó el desarrollo de la CyT militar sin una estructura organizativa central (al parecer cuando menos hasta recientemente cuando se constituyó la European Defense Agency).
Texto completo disponible en: www.sapi.gov.ve/web/index.php?option=com_docman&task=doc_download&gid=41
Para escuchar el programa de radio de Delgado sobre "La competencia intercapitalista en alta tecnología", véase:
http://www.iiec.unam.mx/enlace_a_programas_de_radio/200609S1.mp3
Investigador titular C adscrito al Instituto de Geografía de la Universidad Nacional Autónoma de México. Integrante del Sistema Nacional de Investigadores de México (nivel III, CONAHCYT); miembro regular de la Academia Mexicana de Ciencias; rapporteur del Multidisciplinary Expert Scientific Advisory Group del GEO-7 (PNUMA); integrante del Comité del PRONACES Sistemas Socioecológicos y Sustentabilidad del CONAHCYT y parte del Consejo Ejecutivo de la Red Mexicana de Científicos por el Clima.