Memoria. No. 171. México, mayo de 2003.
http://memoria.com.mx/node/140
Históricamente, el saqueo de recursos naturales y la explotación de los pueblos latinoamericanos como fundamento de la acumulación de capital, ha sido punto nodal en la geopolítica imperial hemisférica, háblese de la Colonia española o la Pax Americana.
Delgado Ramos, Gian Carlo
Desde esa perspectiva, las peculiaridades espaciales-territoriales1 de la región han terminado por precisar las líneas más adecuadas de subordinación, dentro de un marco de correlación de fuerzas de poder contradictorias, que buscan las mejores opciones de estímulo de tal acumulación de capital a favor de los principales grupos de poder económico.
En los últimos años, la proyección geoeconómica y geopolítica estadunidense, en particular sobre “su” zona inmediata (que se abre como un abanico que cubre al menos México, Centroamérica y Colombia), viene revelando esquemas crecientemente expoliadores que permitirían alinear al hemisferio a las necesidades imperiales de los primeros decenios del siglo XXI. Del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), se pretende pasar entonces a la conformación de lo que el presidente de México, Vicente Fox, ha denominado Plan Puebla Panamá (PPP); pero más aún, a la consolidación de un Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), en la que se reconfirmaría, aún más, la Doctrina Monroe, en el sentido literal de “América para los americanos”.
Como resultado de las dimensiones del saqueo y explotación de América Latina (AL), dicho proceso ha de ir acompañado de un recrudecimiento de la actuación policíaco-militar, contrainsurgente y paramilitar de parte de los Estados-nación latinoamericanos y sus aparatos de seguridad, estos últimos cada vez más coordinados con el Departamento de Defensa de EU y con la Agencia Central de Inteligencia (CIA) mediante su brazo diplomático/civil: la Agencia Estadunidense de Cooperación Internacional (Usaid). Pero, ojo, lo anterior no excluye la intervención directa de EU desde sus numerosas bases y otros posicionamientos militares, a través de programas de “ayuda” militar (como el Plan Colombia) o programas clandestinos de macro y microblanqueo de población (sobre aquellos grupos o personas clave de los movimientos sociales que contradigan los intereses imperiales estadunidenses)2.
John Saxe-Fernández atinadamente señala que ese proceso de saqueo o de enlazamiento y profundización de desestabilizantes fuerzas de “centrifugación”;capitalista, debe ir reforzado de la correspondiente tendencia a la “centripetación” y proyección del poderío policiaco-militar3. El TLCAN, maniobrando con esa táctica, ha fungido, en palabras del autor, como mecanismo para consolidar la compraventa de México en favor de la cúpula empresarial de EU. En ese sentido, se puede leer en su más reciente libro que “…el entonces vicepresidente de EU, Albert Gore, expresó poco antes de que el tratado fuera aprobado en el Congreso de su país: 'TLCAN es tan importante para nosotros como la compra de Luisiana y la compra de Alaska.'”4 En efecto y como desarrolla detalladamente el autor, el resultado ha producido la compraventa de ferrocarriles y carreteras, lo que se ha venido extendiendo rápidamente, mediante iniciativas y proyectos de privatización formal y/o de facto, hacia el sistema bancario y de pensiones, puertos, aeropuertos; telecomunicaciones; espacio satelital; sistemas de almacenamiento, distribución y tratamiento de agua y granos; gas; electricidad y petróleo, etcétera. Inclúyase, además de los hidrocarburos, otros recursos naturales que, desde la firma del tratado, han sido intensamente transferidos bajo la “nueva” lógica del comercio internacional a precios de “socio comercial”. Me refiero a recursos como madera y celulosa para la producción de papel, fibras, chicle, látex y demás biodiversidad de interés comercial, incluyendo su capacidad como “banco de genes” al servicio de las multinacionales biotecnológicas y afines5.
El apabullante saqueo, desde luego, no se restringe a la zona del TLCAN. Una investigación que realizaron Saxe-Fernández y Núñez6 muestra que entre 1976 y 1997 AL realizó una transferencia de excedentes a favor de los países ricos conservadoramente estimada en 2 billones 51 mil 619.1 mdd, deflactados al PIB 1990 de EU7. Esa dinámica de transferencia de excedentes está consolidada en sinergia al pago de la deuda y sus intereses, lo que entre otras cosas ha llevado a la creciente depredación de la naturaleza y al empobrecimiento de los pueblos latinoamericanos y que promete agudizarse todavía más con la implantación de los mencionados esquemas de integración. Los datos son contundentes. El pago de servicios de la deuda de AL, entre 1982 y 1996, fue de al menos 718 mmdd, mientras que el total de la deuda externa de AL ascendió en 1996 a los 623 mmdd8. La tendencia se mantiene hasta ahora.
De orden mayor son las implicaciones de la mencionada desnacionalización de los activos estratégicos, incluidos los recursos naturales o activos naturales. Todo lo que un país defiende en caso de guerra es justamente lo que se ha venido rematando, algo que es en extremo delicado, ya que, en caso de “desestabilización social interna”, es más que factible, como lo indica Saxe-Fernández para el caso de México, que sea EU el que defienda en nuestros territorios lo que “compraron” sus empresarios. No es de extrañar, entonces, que uno de los principales objetivos del TLCAN sea garantizar la seguridad y operatividad de las inversiones extranjeras, hecho que debería llevarnos a poner atención en las negociaciones del ALCA y las amplias concesiones que una élite de poder latinoamericana, bien identificable, viene endosando a costa de la seguridad nacional de los Estados-nación al sur del río Bravo, sus recursos y su gente.
Paralelamente, tres elementos resaltan por sus dimensiones centrifugadoras y centripetadoras en Mesoamérica: el PPP, el Corredor Biológico Mesoamericano (CBM) y, por su proximidad, el Plan Colombia.
Por un lado, el PPP, según sus impulsores, se cimenta en “políticas de Estado que promuevan, incentiven y faciliten las inversiones productivas privadas.”9;Opera formalmente en los estados mexicanos de Campeche, Chiapas, Guerrero, Oaxaca, Puebla, Quintana Roo, Tabasco, Veracruz y Yucatán, así como en los siete países centroamericanos. Tiene proyectos de inversión, mucha de la cual es extranjera, en carreteras, puertos marítimos, tendidos eléctricos y de comunicaciones (incluyendo los de fibra óptica), plantas generadoras de electricidad (termoeléctricas, hidroeléctricas), oleoductos y gasoductos, ferrocarriles, aeropuertos, canales secos y de agua, corredores industrial-maquiladores (algunos interoceánicos), proyectos turísticos o “ecoturísticos” de inspiración multinacional, etcétera.
Por el otro lado, el CBM, que opera en la misma región geográfica, alude a la inversión de capital para la “conservación y uso sustentable” de los recursos naturales. Es un esquema en el que por “uso sustentable” se entiende la explotación de recursos estratégicos (biodiversidad, forestas, agua, etcétera) por parte de un selecto grupo empresarial, extranjero en su mayoría10. Amplias han sido las denuncias11 acerca de la funcionalidad del CBM para abrir las puertas al saqueo de los recursos bióticos mediante proyectos de “bioprospección” o, mejor dicho, de biopiratería12. Los promotores del CBM informan a los mesoamericanos que se trata de un proyecto de poco más de 17 mdd13, mientras que el documento oficial del Banco Mundial (BM), “Global Environmental Facility” (GEF),;principales promotores del CBM en favor de sus multinacionales, puntualizaba en el año 2000 que “GEF acordó hacerse cargo de 66.99 mdd de los 90.05 mdd que comprendía el presupuesto inicial.”14 Para 2001, otro documento del BM/Banco Interamericano de Desarrollo (BID) presentado en Europa, referente a la “perspectiva del financiamiento internacional” en el CBM, señalaba que “los montos de las inversiones financiadas por ambas instituciones directamente relacionadas ascienden a 888 mdd y las indirectamente asociadas suman 4,541 millones, es decir, 5,429 mdd en total.”15
Lo anterior evidencia que lo que está en juego no puede ser únicamente un inocente proyecto que se limita a la conservación de la riqueza biológica mesoamericana, lo que lleva a pensar en el grado de sinergia que se pretende establecer entre el CBM y el PPP para refinar el procedimiento de saqueo y explotación de la región. La apresurada negativa de los country managers16 mesoamericanos acerca de cualquier tipo de vinculación no se hizo esperar17. Con señalamientos escuetos que dejan poco claro cómo es que proyectos de esas características y que operan en un mismo territorio, no tienen nada que ver; dichos country managers han “olvidado”, cuando menos, dar explicaciones sobre la ejecución de vigorosas actividades castrenses y de otros aparatos de seguridad e inteligencia, a las que se agrega el abierto contexto militarizado de Colombia. Este último país, objeto de lo que se ha calificado como “un intercambio de armas (estadunidenses) por droga (colombiana)”, también ha experimentado, por medio del Plan Colombia, la penetración masiva de capitales extranjeros, el grueso de EU. De ahí que el Departamento de Estado de ese país;(DdE) señale que el objeto de los convenios no castrenses es para “contribuir a la financiación de programas de alternativas viables a los cultivos ilícitos, al mismo tiempo que destina fondos para la construcción de infraestructura rural y a la promoción de una mejor administración de los recursos naturales.”18;
La relación entre geopolítica imperial y recursos naturales se entienden mejor si se revisa espacialmente la localización de emplazamientos militares y afines, con respecto a las principales reservas de biodiversidad, agua, petróleo y minerales.
En Mesoamérica, puede visualizarse una serie de corredores de recursos relativamente continuos de dichos recursos e incluso algunos de ellos se superponen. Según indica un estudio, “s regiones del trópico combinan su alta incidencia de biodiversidad con las altas concentraciones de minerales. Juntas (nivel mundial) …representan importantes centros de producción de minerales con el 17.4 por ciento del hierro, 14.2 del cobre, 2.2 por ciento del oro y 50.4 por ciento de bauxita.”19 Esas mismas zonas megadiversas atraen las lluvias y la humedad atmosférica, factores que contribuyen a incrementar sus importantes reservas de agua dulce. Por ejemplo, el traslape de tales corredores se identifica en el biodiverso estado de Chiapas (México) donde hay sustanciales yacimientos de petróleo, uranio y otros minerales y cuantiosas reservas de agua. En Guatemala, “coincide” la densa selva maya, la abundancia de ríos y lagos del Petén y los yacimientos petroleros del noroeste (región de la Laguna del Tigre). En Nicaragua, están los yacimientos de oro y los bosques de la región Este; así como la cuenca petrolera marina del Atlántico, justamente en zona de arrecifes de coral -límite marítimo con Honduras-, y punto de confluencia de zonas terrestres megadiversas (Mosquitia, Honduras y Misquitos, Nicaragua). Los yacimientos de cobre de Honduras se dispersan en la zona boscosa de pino del oeste y parte de las montañas de Comayagua. Las minas de cobre (Cerro Colorado) se empalman con la alucinante riqueza biótica e hídrica de la Comarca Ngobe Bügle en Panamá, etcétera.
Esta misma zona del hemisferio se encuentra plagada de emplazamientos castrenses de EU. Un sistema de vigilancia para México, Centroamérica y el Caribe opera con una red compleja de fuentes. Si nos movemos de Norte a Sur, nos topamos con el radar ROTHR de Corpus Christi en Texas, las bases-radares de Soto Cano en Honduras, la de Guantanamo en Cuba y la de Puerto Rico (la estación naval Roosevelt Rose, a parte del fuerte Buchanan). Encima, se anexa el sistema de espionaje satelital (tipo AVHRR, de radiómetro de gran resolución) y los continuos sobrevuelos de aviones espías. Otras bases militares son la de Comalapa en El Salvador (además del Centro Regional de Drogas y la embajada tipo “bunker” más grande de Centro América que mantiene EU en ese diminuto país); la programada en la zona de Liberia en Costa Rica; las antiguas bases del Canal de Panamá (Howard, Isla Galeta, Rodman, Sherman, Balboa, Pina y Clayton); y otros emplazamientos como el aeropuerto militar estadunidense de la ciudad de Panamá. Igualmente, se encuentran lo que EU denomina “Locaciones de Operaciones de Avanzada” (FOL) y “Sitios de Operaciones de Avanzada” (FOS), entre los que están los de Costa Rica, Belice, Honduras, Islas Caimán y Panamá, o el FOL de Aruba-Curaçao.
De la mano del Comando Sur (USSOUTHCOM)20 con sede en Florida y subsede en Puerto Rico, en México y Centroamérica, hay un equipamiento de los ejércitos domésticos y un adiestramiento de los altos mandos y grupos de élite, por parte de EU, que llega, en algunos casos como los de Guatemala y Panamá, a la directa injerencia en las fuerzas armadas nacionales.
Sudamérica, el epicentro de biodiversidad del planeta21 y con las mayores reservas de agua dulce (tan sólo Brasil tiene el 20 por ciento a nivel mundial), sin mencionar los importantes yacimientos de minerales y petróleo, es una región similarmente invadida de presencia militar estadunidense. En algunas regiones -como la andina amazónica-, la situación es más notoria. Podemos mencionar la base-radar de Manta en Ecuador; las de Caquetá, Leticia y el Putumayo en Colombia; los FOS y FOL en Iquitos; la base de Santa Lucia y el Putumayo peruano; la de Chapare y una unidad “antiterrorista” en Santa Cruz de la Sierra en Bolivia; las de Salta, Chubul, Río Negro y las operaciones Cabañas-Ilegales y de Marines en el Delta, todas en Argentina; además, bases de entrenamiento de boinas verdes en Paraguay; la base-radar de Venezuela; la recién negociada ampliación de la base de Alcántara en Brasil; la de Tolhuin en Tierra del Fuego y las múltiples bases-radar en el Atlántico Sur y la Antártida.
Esa aparatosa presencia militar, de frente a la competencia intercapitalista en los múltiples negocios relacionados con los recursos naturales y ;otras esferas de acumulación de capital, claramente ha dado a EU ventajas únicas22. El calificativo de que AL se perfila como el;traspatio estadunidense es correcto, si se tiene en cuenta que sólo es posible con la cooperación de una cúpula oligarca que detenta gran parte del poder en nuestros países y que para “quedar bien” viene montando, incluso con iniciativa propia, nuevas y más provocadoras modalidades de militarización, paramilitarización y contrainsurgencia.
En los territorios ricos en recursos, el ámbito de los geopolíticos se ha justificado en repentinos y supuestos aumentos de las actividades delictivas, especialmente del narcotráfico, y también en y desde la retórica facilona del “desarrollo sustentable”, que se viene prestando como comodín a cualquier acción de las élites capitalistas y que “obliga” a la actuación de las fuerzas militares para garantizar la “conservación” de tales o cuales espacios. El nuevo ordenamiento territorial de Mesoamérica (hecho con fotografías de la National Aeronautics Space Administration;de EU-NASA)23 debe entonces partir de la recuperación de la “ingobernabilidad” sobre bosques y montañas, ya que, según los country managers, bloquea el desarrollo económico y la conservación de ecosistemas. Se trata de una línea de razonamiento poco original, ya que ha sido difundida por el Norte. Por ejemplo, desde la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), su director general, Jacques Diouf, señaló en Johanesburgo que “los conflictos pueden ser el mayor obstáculo que encontremos para lograr nuestro objetivo. Si no hay paz, no es posible reducir la pobreza. Si no hay paz, no podemos garantizar el suministro de alimentos. Si no hay paz, no podemos siquiera pensar en lograr el desarrollo sustentable.”
Los mecanismos empleados son múltiples, desde el formal desalojo y supuesta reubicación de pueblos enteros por parte del ejército, el despeje contrainsurgente, el uso de grupos paramilitares para posicionarse de zonas estratégicas o la fabricación y estimulación de conflictos entre las comunidades indígenas seleccionadas, entre otros. En las perspectivas pueden citarse facilitar el saqueo, privatización y explotación intensiva de los activos materiales, naturales y humanos de la región por parte de multinacionales involucradas en los bionegocios, agronegocios, en el del agua y la electricidad/petróleo, el de la minería u otros, como los proyectos ecoturísticos de multinacionales hoteleras, la mayoría fuertemente promovidos desde el CBM.
Aunque es cierto que lo anterior no es un escenario nuevo para la región, sí lo es el grado de intensidad y creciente apertura con el que está ejecutándose.
Los intentos de apropiarse la zona de los Chimalapas (México) ha pasado de disputas por el tipo de propiedad de la tierra y sus delimitaciones, a la necesidad de desalojar la zona dados los supuestos impactos ecológicos que generan las comunidades locales que, ;según las instancias gubernamentales, son responsables de la propagación de incendios (algo que se ha demostrado, como en el caso de Montes Azules, ha sido fabricado por actores que se verían beneficiados con el desalojo de esas regiones24). La “última oportunidad de los Chimalapas”, una vez “limpia” la zona, sería su conformación como Reserva de la Biosfera (de propiedad federal y ya no comunal/ejidal, que garantizaría a nuevos actores privados el acceso y usufructo de los recursos); al menos así se expresa la ONG estadunidense World Wide Found for Nature, financiada o vinculada al Departamento de Estado de EU, la Usaid y múltiples corporaciones multinacionales25.
En la reserva Montes Azules (Chiapas), otra joya de la corona, insistentemente se expresa la pretensión despejarla, tanto con la misma intentona de los incendios, como por “la” nueva retórica conservacionista que ha llevado a José Campillo (procurador ambiental de México) a decir que “habrá más reubicaciones de asentamientos irregulares establecidos en Montes Azules debido a que continúa la devastación de selvas”26. Llama la atención que entre los actores a la cabeza de tal campaña estén las estadunidenses Conservation Internacional y National Geographics27, la primera con un amplio historial en actividades de biopiratería en esa zona e igualmente financiada por la Usaid y el DdD.
Vinculado a ese saqueo de biodiversidad, también está el del agua. Justamente en la zona de la Cuenca del Usumacinta donde se tiene planeada la construcción de un sistema de al menos cinco hidroeléctricas, los geopolíticos han revelado la necesidad de plantar un fuerte posicionamiento militar desde el eje hidrológico Altamirano-Ocosingo-Chilón que fluye hacia los ríos Lacantún y Usumacinta en la frontera con Guatemala, hasta el eje hidrológico Tulijá-Agua Azul que baja, de sur a norte, de Chilón a Tumbalá-Tila hacia el estado de Tabasco en México28. Ello ha incluido un fortalecimiento de la militarización y paramilitarización de la frontera mexicana, del Petén, y seguramente de las operaciones clandestinas que desde hace mucho realiza la CIA y otras agencias similares, en Guatemala29 y el resto de Latinoamérica.
De igual forma, se unen los “esfuerzos” del Comando Sur. En el Darién, zona de selva tropical con alta concentración de endemismos (especies únicas en el mundo), advirtió el general James Hill, jefe del Comando: “es posible una invasión de narcoterroristas ;(por lo que) Panamá y EU están explorando nuevos mecanismos de apoyo”30. Esos “mecanismos” consideran una segunda fase del Plan Nuevos Horizontes, un operativo estadunidense que comprende “una serie de actividades de asistencia humanitaria y entrenamiento militar en América Latina y el Caribe” y que en Mesoamérica ha irrumpido intensamente en Guatemala.
En Colombia, las actividades geoestratégicas del Plan Colombia giran en torno a los yacimientos más importantes de petróleo. De ahí que sea crucial para EU, por ejemplo, la toma militar y “defensa” del oleoducto de Caño Limón operado por Ecopetrol y su multinacional Occidental Petroleum, mismo que recorre 780 kilómetros desde los campos petroleros en el departamento colombiano de Arauca, cerca de la frontera con Venezuela, hasta el puerto de Coveñas en la costa atlántica31. Es una buena superficie objeto de militarización.
La lista puede continuar para cada país y territorio, aunque con características individuales. El escenario es de evidente subordinación espacial, saqueo y desnacionalización de los activos estratégicos de Mesoamérica y de AL en general, en beneficio de la cúpula empresarial de EU y de sus cambiantes “socios” menores. La geopolítica imperial, solapada por los country managers latinoamericanos, juega un papel central como dispositivo centripetador, donde no sorprende, pero destaca, el doble papel que funge la Usaid: velar por los intereses geoeconómicos y geopolíticos de EU. Se sabe que la Usaid, como se ha indicado, mantiene íntimos vínculos con la Agencia Central de Inteligencia, incluso se ha llegado a calificarla como el brazo internacional de la CIA. Más aún, tiene acuerdos formales de “cooperación” con el Departamento de la Defensa. La Office of Democracy and Governance y la Office of Transition Initiatives trabajan en equipo para diseñar los programas cívico-militares de la Agencia de Cooperación. Según un documento del Center for Democracy and Governance, “la Usaid ha pagado por muchos programas cívico-militares del Gobierno de EU (porque);resulta esencial la coordinación cercana entre los programas del DdD y aquellos provenientes de la Usaid, ya que, sin duda alguna, la necesidad del control civil solamente puede ser fortalecida desde programas que están manejados por agencias civiles32”.
Tal flamante precisión esclarece la lógica operativa que de fondo permea la actuación de la Usaid en AL. El hecho de que una parte importante de los proyectos de conservación del medio ambiente en Mesoamérica provenga de esa agencia, directamente o por medio de ONG que financia (entre otros fondos que destina bajo diversos rubros), es algo que se debe considerar para medir con mayor tino la geopolítica imperial.
Por todo lo anterior, si bien EU tiene el claro objetivo de incidir crecientemente en el acceso, uso y usufructo de recursos naturales, en la explotación de la fuerza de trabajo y en el control civil, hay que recalcar que no se trata de un monolito que se nos viene encima sin salida alguna. Las grietas y contradicciones son igualmente contrastantes. Ante ello, la denuncia de lo que sucede en nuestros territorios, como una herramienta de lucha, viene demostrando que puede obstruir la fluidez de la pax americana, sobre todo porque fomenta la conciencia social y de clase y posibilita una mejor coordinación de los movimientos sociales (a nivel local, nacional, regional y hemisférico). Cada día se avanza en esa dirección y, aunque falta camino por recorrer, las posibilidades para desarticular el sistema y explorar caminos para la construcción de otra historia, en nuestro caso, de y para AL, son prometedoras a medida que los pueblos colectivamente pelean por un objetivo común.
1;Espacio geográfico se entiende aquí como una fuerza productiva estratégica que no solamente incluye el espacio geográfico per se, sino también la totalidad del espacio social a analizar. El espacio geográfico contiene los territorios, mismos que con dimensiones espaciales relativamente pequeñas, comprenden características naturales, económicas y político-sociales similares entre sí, pero que pueden conformar solamente uno de los diversos escenarios que forman el espacio geográfico.
2 Para una indagación sobre macro y microblanqueo, véase: John Saxe-Fernández, Proyecciones Hemisféricas de la Pax Americana. Amorrortu. Argentina, 1975.
3 Consúltese en: Saxe-Fernández, Petras, Veltmeyer y Nuñez. Globalización, Imperialismo y Clase Social. Lumen-Hvmanitas. Argentina, 2001.
4 Saxe-Fernánde, John. La Compra-Venta de México. Plaza y Janes. México, 2002: 45.
5 Véase: Delgado-Ramos, Gian Carlo. La Amenaza Biológica. Plaza y Janes. México, 2002.
6 Saxe Fernández et al, 2001. Op Cit.
7 Saxe-Fernández John. “La presidencia imperial en Monterrey”. La Jornada. México, 21 de marzo de 2002.
8 Saxe-Fernández, 2002: 68.
9 Presidencia de la República. Documento Base del PPP. México, marzo de 2001: 5. Las cursivas y subrayado son míos.
10 Delgado-Ramos, 2002. Op cit. Respecto al negocio del agua, consúltese: Delgado-Ramos, Gian Carlo. “Privatización del Agua dulce Mesoamericana”. Nueva Sociedad. No. 183. Venezuela, 2003.
11 Véase: Correo Ilustrado. “Responde investigador a director de proyecto corredor biológico. La Jornada. 16 de diciembre de 2001. Enciso, Angélica. “Con patrocinios el BM busca controlar 34 áreas naturales protegidas de México.” La Jornada. 26 de enero de 2002.
12 Término ideado en 1993 por Pat Money. Se refiere a la utilización de los sistemas de propiedad intelectual para legitimizar la propiedad y el control exclusivos de conocimientos y recursos biológicos sin reconocimiento, recompensa o protección de las contribuciones de las comunidades indígenas y campesinas. En tal sentido, indica Mooney, la bioprospección no se puede ver más que como biopiratería.
13 Galán José (enviado). “Concretan México y Centro América corredor biológico mesoamericano”. La Jornada. 28 de febrero de 2003.
14 BM. Mesoamerican Biological Corridor Project. Reporte No. 23132- ME. Washington, D.C 2000.
15 Aproximadamente 3,762 provienen del BID -3,670 de inversión y 92 de cooperación técnica- y 1,667 del BM -1,645 y 22 millones respectivamente- Lo anterior, no incluye los proyectos ejecutados por otras agencias y ONG internacionales por alrededor de 361 mdd más. (BM/BID. El corredor biológico mesoamericano como un eje de desarrollo sostenible para la región. Taller Manejo Sostenible de Recursos Naturales a Nivel Regional. Madrid: 3)
16 Me refiero a la elite de poder que actúa funcionalmente a los intereses de EUA, conformándose con las “moronas del pastel”. En tal sentido, sigo la sugerencia del ex-presidente tico, Rodrigo Carazo, quien califico a los presidentes centroamericanos como “country managers del Banco Mundial”.
17 Gómez MENA, Carolina (enviada) “Queremos un corredor de empresas campesinas, no de maquiladoras, señala indígena a Lichtinger”. La Jornada. México. 4 de marzo de 2003.
18 DdE. “Colombia y Estados Unidos firman convenios Plan Colombia”. 26 de septiembre de 2000. Las cursivas son mías.
19 IUCN. Minería en el Trópico: el caso de Centroamérica. San José, Costa Rica, 1999: 26
20 Se trata de uno de los nueve comandos que operan a nivel mundial para asegurar los intereses de EUA. Cubre 32 países (19 en Centro y Sudamérica y 12 en el Caribe), lo que representa cerca de una sexta parte de la masa terrestre Véase mapa en: http://www.southcom.mil/pa/idxfacts.htm
21 Myers N. Y. “Treathened Biotas: hotspots in tropical forests.” The Environmentalist 8(3). EUA, 1988.
22 Delgado-Ramos, Gian Carlo. Anteproyecto de Investigación “Geoeconomía y Geopolítica de la Biodiversidad en AL”. Programa de Investigación sobre Política y Geopolítica de la Ecología en AL y el Caribe. Clacso, noviembre de 2001.
23 Nasa/Ccad. Memorandum of understanding between The National Aeronautics and Space Administration of the United States of America and the Central American Commission on the Environment and Development of a Mesoamerican Biological Corridor. Washington D.C., EUA. 1998.
24 Barreda Marín, Andrés. “Mentir y olvidar no ayuda a conservar Montes Azules”. La Jornada. 25 de mayo de 2000. Para una indagación extensa véase: Barreda, Atlas Geoeconómico y Geopolítico de Chiapas. Tesis Doctoral. Unam, 1999.
25 Véase: Semarnat-WWF. Chimalapas: la última oportunidad. Oaxaca, México, 2001.
26;Jornada, La. “Seguirán los desalojos en Montes Azules.” 20 de febrero de 2003.
27 Bellinghausen, Hermann. “EU, organismos mundiales y transnacionales quieren limpiar de indígenas Montes Azules”. La Jornada. 25 de marzo de 2002.
28 Revise el interesante texto de CEARR. La secesión pos Panamá del codiciado sur-sureste mexicano y Chiapas como núcleo innegociable. Istmo de Chiapas, México. 9 de septiembre de 2002.
29 Consúltese: Immerman, Richard. The CIA in Guatemala. Texas Panamerican Papers. EUA, 1982.
30 Reyes Nuñez, Álvaro. “El general Hill propone segunda fase de “Nuevos Horizontes” en Darien. La Prensa. Panamá. 11 de marzo de 2003.
31 Véase: DdE. “La Destrucción de los Oleoductos”. http://usinfo.state.gov/espanol/andes/homepage.htm
32 Center for Democracy and Governance. Civil-military Relations: USAID´s Role. Washington, D.C. Julio de 1998.