1.6.02

Corredor Biológico Mesoamericano al servicio de las corporaciones multinacionales


Gian Carlo Delgado Ramos
Ambientico. No. 105. Universidad Nacional.
Costa Rica, junio de 2002.
http://www.una.ac.cr/ambi/Ambien-Tico/105/

La biodiversidad (variedad de paisajes, ecosistemas, especies y genes, incluyendo los procesos asociados) se ha convertido en una riqueza estratégica a explotar -donde lo estratégico se define a partir de su control. Ello se debe a que las tecnologías de punta de principios del siglo XXI son justamente las que hacen uso de tal recurso: háblese de los nuevos materiales, las nuevas energías, la microelectrónica, la nanotecnología y, sobre todo, la biotecnología.

Los capitales involucrados en el avance de dichas tecnologías vienen confrontando a los capitales “contaminantes” (petrolero, químico, automotriz, etcétera, que están crecientemente interesados en incorporase al nuevo patrón tecnológico con fuertes inversiones [Delgado 2002]), disputándose la hegemonía mundial y el control de esta nueva y singular veta de riqueza. Compiten por monopolizar la mayor diversidad posible de germoplasma (la variabilidad genética que conforma las distintas formas de vida), para lo que desenfrenadamente buscan, compran y roban la biodiversidad del planeta y su conocimiento.

Para lograrlo, las altas cúpulas de las grandes corporaciones multinacionales y los estados nacionales centrales vienen desarrollando dos líneas de acción por demás complejas. Por un lado, la construcción de un sistema de bioprospección mundial y, por el otro, un sistema mundial de propiedad intelectual que penetre las oficinas de patentes nacionales y que permita en un solo movimiento hacer válida la propiedad privada en todo el mundo. Esto último viene redefiniendo el sistema mundial de derecho internacional público, inaugurando una nueva especialidad conocida como derecho génico que se refiere a los lineamientos legales que establecen un derecho (privado) sobre la vida.

La vinculación entre estado y empresa-corporaciones multinacionales ha sido y es fundamental especialmente en la proyección de poder imperial sobre las economías más débiles y sobre las clases vulnerables, tanto de los estados nacionales centrales como de los estados nacionales periféricos. Por ello es falso que las corporaciones multinacionales se han erigido como un actor autónomo en las relaciones económicas internacionales. Por el contrario, todas las corporaciones multinacionales del mundo, lejos de ser stateless corporations, operan desde una base nacional, desde un marco de referencia altamente funcional a los intereses privados nacionales, en estrecha relación con un estado (caso formidable el de EU) que las regula y protege, que las subsidia de diversas maneras -mediante un alto gasto público, por la vía de intensas relaciones bélico-industriales o por medio del despliegue de instrumentos de proyección diplomático-militar y/o económico-institucional, como el Banco Mundial-Global Environmetal Facility (Gef), el Banco Interamericano de Desarrollo, el FMI o la Onu (programas de Naciones Unidas para el Desarrollo -Pnud- y para el Medio Ambiente –Pnuma).

No son casuales la forma ni el ritmo creciente con que se realizan los contratos de bioprospección en el mundo, que en el caso de organismos internacionales, como el Banco Mundial, que opera bajo la dinámica un dólar, un voto e íntimamente vinculado a los intereses clasista-empresariales de EU, aparecen bajo la forma de programas de conservación y desarrollo sustentable, ahora integrando de manera regulada la limitada participación de las comunidades indígenas; manera mediante la que se subordina e integra las principales zonas megadiversas del planeta a esquemas aptos de biosaqueo. Tal es el caso de América Latina y la zona del Archipiélago Malayo, principales focos de concentración de diversidad biológica y cultural.

Por lo anterior, no es casual que BM, Gef y Pnud-Pnuma claramente, y como se mencionaba, favorezcan los intereses de Estados Unidos y sus aliados europeos. En el marco de Breton Woods, el entonces secretario del Tesoro de EU, Henry Morgenhau, señalaba que el BM se concibió como parte de un mundo “...en el cual el comercio y la inversión internacional puedan ser realizados por empresarios operando bajo principios empresariales. Así no sorprende que en la página de internet del Gef, se señale que “el BM como agencia complementaria juega un papel primario en el desarrollo y manejo de los proyectos de inversión ... insertando la experiencia de su filial, la Internacional Finance Corporation (IFC) ... para promover oportunidades de inversión y movilizar los fondos del sector privado”. Nada más y nada menos, se trata de colocar a la IFC como agente articulador, el cual se ha caracterizado desde la década de los ochenta como punta de lanza de los proyectos de privatización de los activos estratégicos de la periferia. En tal sentido, algo que también llama la atención es que la IFC (el BM), no sólo está involucrada en proyectos de “acceso y conservación” de recursos bióticos, sino que además se filtra en programas de privatización del agua, en especial de su almacenamiento y distribución, empezando en la India y México y beneficiando a la multinacional Monsanto, que está interesada en el negocio de tal recurso (Shiva 1999).

Considerando lo anterior, cabe indicar que el BM y las multinacionales que representa iniciaron, desde finales de los ochenta, uno de los programas de biosaqueo más ambiciosos. Tres proyectos regionales componían la estrategia continental: el Proyecto Paseo Pantera que alude a la “integración ecológica continental” (Boza 1994) (ejecutado desde la Caribbean Conservation Corporation y la Wildlife Conservation Society), el de Parks in Peril (de The Nature Conservancy y Care Internacional) y el Wildlands Project (integración de corredores biológicos en Norteamérica).

El Paseo Pantera, según su documento base de USAID (Agencia de Cooperación Estadounidense para el Desarrollo Internacional), ya consideraba la vinculación de Norteamérica (Wildlands Project), del denominado Corredor Biológico Mesoaméricano (CBM) y de un corredor similar en el Cono Sur. De esta manera, Paseo Pantera “trata de lograr una integración ecológica continental mediante el establecimiento de un corredor biológico mesoamericano, más o menos continuo ... Esta idea de conectar en alguna forma las áreas silvestres de todo el continente ha sido también expresada por The Wildlands Project y por autores como el naturalista DiSilvestro, quien ha dicho que para soñar en grande tendríamos que imaginar un inmenso sistema de reservas que abarque desde las costas del Ártico en Alaska, Estados Unidos, México y Centroamérica, hasta la Tierra del Fuego (Boza 1994: 85-86).

Seguramente, dadas las dimensiones de Paseo Pantera, éste fue fusionado con el Parks in Peril para después ejecutar, desde su estructura, una serie de proyectos ambientales desmembrados para América Latina, permitiendo diluir las dimensiones de la penetración del acceso, administración y uso de recursos estratégicos naturales como la biodiversidad y el agua, entre otros, por parte de los principales financiadores del Paseo Pantera: el BM y sus multinacionales-organizaciones no gubernamentales ambientalistas[1]. En este sentido, ya para 1994 desde el Paseo Pantera se estaba preparando la ejecución del CBM, que más tarde fue complementado en su versión marina con el proyecto del Corredor Coralino Mesoamericano (CCM). A esos proyectos multinacionales se suman numerosos más de carácter local.

Corredor Biológico Mesoamericano

Formalmente, el CBM como tal se remonta a la Second Tuxtla Summit Meeting, celebrada en Costa Rica en 1996, donde los presidentes de los países centroamericanos y de México se comprometieron a establecer un Sistema Regional Mesoamericano de áreas protegidas, zonas de contención y corredores biológicos (CBM). Es decir, varios años después de su diseño desde el Paseo Pantera. En el documento base del CBM (World Bank 2000) se señala que el BM, a través de Gef, acordó destinar parte del presupuesto inicial ($90 millones) al proyecto que tendría como fecha de término tentativa el 30 de junio de 2008.

El proyecto, en México, cubre cuatro estados: Campeche, Yucatán, Quintana Roo y Chiapas, en los cuales se encuentra las zonas de bosque húmedo de Tehuantepec y Yucatán, los bosques secos de Yucatán, los humedales de Quintana Roo y las selvas nebulosas de Chiapas (éstas corresponden solo al 1% del territorio nacional y concentra el 10% de la diversidad floral del país). Y, además, integra todo Centroamérica: "se extiende sobre 102 millones de hectáreas donde habitan 64 millones de personas de las cuales casi la mitad vive en el campo, alrededor del 40% trabaja en la agricultura y 18% es indígena, cifra que para el caso de la región de México llega a 39%. Pero la más destacable y compartida seña de identidad es que más del 60% de los mesoamericanos son pobres, miserables en medio de una alucinante riqueza biológica: 1.797 especies de mamíferos, 4.153 de aves, 1.882 de reptiles, 944 de anfibios, 1.132 de peces, 75.861 de plantas e incontables microorganismos figuran en el opulento Corredor Biológico" (Bartra 2001).

Más allá de ser un proyecto que busque proteger y preservar la biodiversidad de la región, el CBM se perfila claramente como la versión ambiental del Plan Puebla Panamá[2], ya que de fondo busca el saqueo de la biodiversidad y su conocimiento. Ello queda claro cuando en el reporte del Banco Mundial se señala que “la variación genética de las especies es de particular interés, sobre todo en el sureste de México” (World Bank 2000: 5-6). De igual modo, apunta la importancia de “rescatar la diversidad agrícola, la que campesinos e indígenas de México y Mesoamérica han domesticado en un gran número de especies y conservado una importante variedad genética de las mismas” (World Bank 2000). Más aun, tal proceso de apropiación de los recursos naturales, diseñado bajo la lógica capitalista de un supuesto escenario win-win[3] en cuanto a su manejo, se presenta bajo la imagen de programas de desarrollo sustentable, todos parte del proyecto del CBM.

En ese panorama, las actividades del “uso sustentable de la biodiversidad” que el BM ha tomado seriamente en cuenta, se refieren puntualmente a la investigación sobre plantas medicinales y demás biodiversidad con potencial comercial. Por ello, dicho ente ha especificado en su informe actividades de clasificación y definición de especies, inventarios, descripción de componentes de sustancias activas, establecimiento de métodos para su extracción, procesamiento, certificación y acceso al mercado, entre otras. Todas sintetizadas en un sistema de información geográfica que integre lo ecológico, lo biológico y lo socio-económico de la región mesoamericana (World Bank 2000). Además, ha puesto sus ojos en los recursos forestales, fibras, chicle, biodiversidad endémica y agrícola, plantas ornamentales, resinas, agua y otros recursos estratégicos (World Bank 2000: 9 y Anexo 2).

En este contexto, Conservartion International entra en juego. Según el mencionado informe del BM, “el Proyecto será evaluado y monitoreado por expertos internacionales después de la ejecución de la primera fase, para formular recomendaciones hacia la transición a la siguiente” (World Bank 2000: 7). Tales expertos no pueden ser otros que Conservation International y/o WWF. Estas oenegés “amigas de la naturaleza” son colaboradoras cercanas del BM. La primera desde hace varios años administra la reserva de la biosfera de Montes Azules (Chiapas) y demás áreas protegidas que “administra” el BM en México y Centroamérica, lo que la hace “conocedora de la región”. De manera similar, WWF participa directamente en otros proyectos del BM -en México, por ejemplo, en los proyectos Coinbio y 3 Ecorregiones.

También, según dicho informe, las actividades de evaluación y monitoreo que serán concentradas en un sistema de información geográfica, servirán para preparar y procesar reportes periódicos para el BM y los distintos responsables de los estados nacionales periféricos que forman el CBM (World Bank 2000: 17).

Por todo lo anterior, es obvia la visualización del espacio como fuerza productiva estratégica por parte del BM, sobre todo porque se enfoca en implementar mecanismos que promuevan la relación entre el Banco y los territorios, lo que deja fuera de la jugada al gobierno (federal) y permite acuerdos ventajosos para el BM y las corporaciones multinacionales, ya que ahora tratan directamente con los gobiernos estatales e incluso con “prestadores de servicios ambientales” (oenegés). Así, el CBM en México está integrado por cinco intra-corredores biológicos que conectan áreas naturales protegidas ya existentes, entre las que están cinco de las diez áreas protegidas que ya financiaba Gef-BM (Sian Ka’an, Calakmul, Montes Azules, Río Lagartos, El Triunfo), las cuales ahora, según la nueva Ley de Equilibrio Ecológico aprobada en 2001, son responsabilidad de los gobiernos de los estados.

En este sentido, no es coincidencia que el BM señale la importancia de “mejorar la conservación a través del sistema nacional de áreas naturales protegidas, la promoción del uso sustentable de especies vegetales y animales con un mejoramiento de su manejo y acceso al mercado, y sobre todo la conservación y el uso sustentable para el desarrollo territorial” (World Bank 2000: 5, 19-20).

Según un documento de Heritage Foundation (EU), la reforma del BM (además de la propuesta para el FMI) debe centrarse en los siguientes puntos: (a) un enfoque sobre los países más pobres; (b) establecimiento de requerimientos de cambios de políticas que atraigan la inversión privada, es decir, preparar a tales países para su inserción a los mercados globales como atractivos a la inversión privada de capital, y (c) remover los estados de los países periféricos de los programas de asistencia del Banco para que, por un lado, se dé salida a la corrupción existente en tales entes (y que mañosamente el BM ha venido fomentando), mientras, por el otro, se promueva la relación BM-oenegés-agencias locales, negocios, etcétera (relación BM-territorios) [4].

Por lo anterior, tal y como se indicó, el CBM, que opera en el mismo espacio geográfico que el PPP, no puede ser visto más que como un proyecto que compone la versión verde del PPP (el Paseo Pantera), que propicia el saqueo acordado e incluso parcialmente financiado y llevado a cabo por la élite capitalista de los propios estados nacionales periféricos. De ahí que en el documento ambiental base del PPP se señale con bastante superficialidad que éste "funciona como el concepto rector del conjunto de políticas, líneas de acción y proyectos ... como marco envolvente que se sustenta por la visión de iniciativas como el CBM” (Bid 2001: 1).

De este modo, resulta obvio que el BM, mediante sus proyectos verdes, claramente está dando el primer paso para la construcción de un sistema de biopiratería continental subordinado a los intereses de EU y sus corporaciones multinacionales involucradas en el negocio de la biotecnología, donde el siguiente corredor, en un contexto de creciente presión por conformar el Área de Libre Comercio (Alca), seguramente y como indica el Paseo Pantera será el epicentro biológico del planeta: el Corredor de América del Sur, que principalmente comprende la zona de la selva amazónica.

Referencias bibliográficas

Bartra, Armando. “Mesoamerica.com: detrás del PPP”, en La Jornada, 17-6-01.

Bid. 2001. Iniciativa Mesoamericana de Desarrollo Sustentable. El Salvador.

Boza, Mario. 1994. Biodiversidad y Desarrollo en Mesoamérica: Una estrategia para lograr el desarrollo de Mesoamérica por medio de la conservación de la biodiversidad. Proyecto Paseo Pantera (CCC/WCS)-Proyecto Coseforma/Gtz. 1994.

Delgado, Gian Carlo. 2002. La amenaza biológica. Plaza y Janes. México.

Shiva, Vandana. "Monsanto´s expanding monopolies from seed to water", en Znet article, 30-7-99.

World Bank. 2000. Mesoamerican Biological Corridor Project. Reporte Nº 23.132- ME.

Gian Carlo Delgado

El autor, economista mexicano, es también autor de La Amenaza Biológica (Plaza y Janes. México. 2002


[1] En el documento base del Paseo Pantera se indica la importancia de la participación de Global Environmental Facility (Gef), USAID, Fondo del Patrimonio Mundial de Unesco, Fundación MacArthur, Fundación Ford, Rockefeller Brothers Fund, Pew Charitable Trust, Tinker Foundation, Sociedad Sueca para la Conservación de la Naturaleza, Curtis and Munson Foundation, Brehm Fonds für Internacionales Vogelschutz, The Sierra Club Foundation, W Alton Jones Foundation, The Moriah Fund, Friederich Ebert Stiftung, The Conservation and Research Foundation, Charles Stewart Mott Foundation, Packard Foundation, Sequoia Foundation, Elmrock Partners, CS Fund y Rainforest Alliance; de los gobiernos de Suecia (Asdi, Bits y Sarec), España, Japón, Holanda, Alemania (Gtz y KfW), Finlandia (Finnida), Dinamarca (Danida), Canadá (Cida), Noruega (Norad), Austria e Inglaterra; del Banco Interamericano de Desarrollo o Environmental Protection Agency, Forest Service y National Park Service, todos de EU, de oenegés como Caribbean Conservation Corporation, Wildlife Conservation Society, World Wide Land Conservation Trust, The Nature Conservancy, Internacional Council for Bird Preservation, Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), Massachussets Audoubon Society, UICN, Nacional Fish and Wildlife Foundation, Conservation International, Smithsonian Institution de EU, Belice Audubon Society, Defensores de la Naturaleza y Fundación de Parques Nacionales de Costa Rica -todos estos actores están ahora involucrados en el CBM y el CCM.

[2] Algunas características del Plan Puebla Panamá sugieren más bien que sobre todo habrá de favorecer a los capitales estadounidenses (Molina, Javier. “El Puebla-Panamá favorecerá a EU: experto”, en La Jornada, 21-6-01) El Plan Puebla Panamá (PPP) forma parte de un programa integral que combina el intervencionismo político, económico y militar, pero se presenta como un plan de pacificación, desarrollo y creación de empleos. Forma parte de un proyecto de alcance geoestratégico continental e imperial de EU, en el que participan sectores del capital financiero, consorcios multinacionales y las oligarquías de los países del área mexicano-centroamericana. Forma parte del viejo plan geoestratégico del TLC y opera hoy como caballo de Troya del Alca. PPP y CBM “coinciden” espacialmente y se complementan de manera que preparan a Mesoamérica a un proceso de subordinación político, económico, militar y ambiental (esto último entendido como la supeditación de los recursos bióticos a los intereses de EU).

[3] Se trata de un esquema que supuestamente permite estudiar, conservar y usar la biodiversidad, o sea, de un mecanismo de conservación de la naturaleza que consiste, no en formulaciones radicales de los métodos y ritmos capitalistas de producción, sino en buscar una salida a la crisis ecológica a través de la inversión de capital en proyectos que permitan explotarla y conservarla capitalistamente, donde los recursos invertidos provienen de un “uso” previo de la biodiversidad y demás recursos naturales, donde el uso de mayor generación de plusvalía es la ingeniería genético-biotecnológica.

[4] Yves Lacoste (1977. La Geografía, un arma para la guerra. Anagrama. España) señala que la importancia de visualizar el espacio como territorio se basa en que así se le puede ordenar para actuar con la mayor eficacia. En este sentido -dice Lacoste-, la actual proliferación de discursos sobre la ordenación del territorio, en términos de armonía y de búsqueda de mejores equilibrios, sirve sobre todo para ocultar las medidas que permiten a las empresas capitalistas, especialmente a las más fuertes, aumentar sus beneficios, dando cuenta de que esta ordenación no tiene como objetivo único la obtención del máximo beneficio, sino también el de organizar estratégicamente el espacio económico, social y político de manera que el aparato estatal esté capacitado para sofocar los movimientos populares. Por ello, hoy importa más que nunca estar atentos a la función estratégica de la geografía, ya que crecientemente va adquiriendo una amplitud y nuevas formas, debido al desarrollo de la tecnología productiva y destructiva.



RESEÑA, La Amenaza Biológica (mismo número).

Biotecnología, nuevo campo de desarrollo del capital

La biotecnología, una de las más recientes y fascinantes manifestaciones de la alta tecnología, es en muchos sentidos un salto hacia lo desconocido. Por lo mismo, no es de extrañar que la aplicación de técnicas de ingeniería genética con fines comerciales genere cuestionamientos puntuales de orden ético y ambientalista que, sin duda, plantean el reto de estudiar, evaluar y reflexionar sobre ella.

El autor de La amenaza biológica, Gian Carlo Delgado, joven intelectual mexicano vinculado con el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam), acepta el desafío, mas lo encara desde una perspectiva diferente. Hace suyos los planteamientos críticos precedentes, pero integrándolos en una discusión sobre las fortalezas y contradicciones del capitalismo de principios del siglo XXI. Su contribución a tal discusión se materializa, desde las primeras páginas, en una crítica de corte marxista a la lógica capitalista de la biotecnología y a las estructuras de poder que la impulsan y se benefician con ella: corporaciones multinacionales y potencias industriales, entre las que Estados Unidos juega un papel protagónico.

A partir de la constatación de que la biodiversidad está desigualmente distribuida sobre el planeta, y de que la mayor dotación de ella se localiza en los países periféricos, el autor llega a la siguiente conclusión: el desarrollo de la biotecnología obedece a la necesidad del capital de compensar la caída inevitable de la tasa de ganancia aprovechando la oportunidad que ofrece la biotecnología de obtener una plusvalía extraordinaria de esta nueva forma de renta de la tierra. Resalta, por consiguiente, la centralidad del espacio geográfico y su importancia estratégica como instrumento de poder, y plantea la necesidad de abordar el estudio del desarrollo de la biotecnología desde una perspectiva geoeconómica y geopolítica para desenmascarar los intentos de las transnacionales y de los estados nacionales centrales de apropiarse, controlar y monopolizar el germoplasma global.

Desde esa perspectiva -y con ese propósito- en la tercera parte del libro el autor hace un minucioso recuento de cómo las nuevas multinacionales de capitales "tecnológicos" compiten con las viejas de capitales "contaminantes" (las petroleras, por ejemplo) por esta nueva y singular veta de riqueza. Denuncia que, como resultado de esta pugna y de la utilización de los sistemas de propiedad intelectual para legitimar la propiedad y el control exclusivo de conocimientos y recursos biológicos, sin protección ni recompensa alguna para las significativas contribuciones de comunidades indígenas y campesinas, se ha terminado por implantar un sistema mundial de biopiratería y otro de biopatentes.

Haciendo uso de una amplia documentación, describe la red industrial biotecnológica liderada por Estados Unidos y señala el fuerte impacto que actualmente tiene en la agricultura, en la industria farmacéutica, en el proyecto del genoma humano y, sobre todo, en la industria bélica -como lo prueba el extraordinario desarrollo experimentado por las armas químico-biológicas.

En suma, este libro nos plantea un problema tan interesante como actual. Su tesis central, que metafóricamente expresada es que la biotecnología lleva inscrito el código genético del modo de producción que la engendró, plantea el interrogante de si será posible desarrollar -como lo propone el autor- un patrón tecnológico alternativo al servicio del hombre y no del capital. Y esto es así porque, por una parte, sería torpe quedarnos al margen de las ventajas que ofrece la biotecnología y, por otra, no podemos ignorar sus riesgos y nuestra incapacidad actual para manipular sus genes. ¿Implica esto que la propuesta que nos hace el autor debe ser descartada de plano por utópica, toda vez que está vinculada con un inexistente modo de producción, basado en la reproducción del hombre y no del valor? Antes de dar una respuesta apresurada, conviene recordar el proverbio chino que dice que los sueños y las utopías de una época no son más que el sentido común de la siguiente.

Gian Carlo Delgado. La amenaza biológica. Mitos y falsas promesas de la biotecnología. Plaza & Janés. México. 2002. (431 pp.)

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